Fueron y fueron las calles radiantes
de rubio esplendor macilento,
las láminas tristes pegadas contra la tierra,
gastándose al roce del tiempo,
cayendo hacia el humus materno.
Fueron los días llenando
de clima confuso, de espesa ceniza
un territorio de pálidos hijos,
y entre las frondas de seres fantasmas
caían, caían las hojas enfermas.
Fueron los viejos castaños
abriendo su suave tesoro hacia el mundo,
precipitando sus dádivas ceremoniales
contra la tierra empañada,
preciso su rígido horario de parto.
Fueron y fueron los pasos perdidos
siguiendo las huellas secretas del bisque,
interpretando los síntomas de la floresta,
oyendo sin fin un murmullo
Ulises Varsovia