Yo no sé de caminos dorados y grandes.
He vivido en silencio buscando en el valle
el aroma de flores silvestres y bellas.
Cuando el cielo era oscuro y las sombras cercaban
el paisaje en el río, subía a los montes.
Desde oteros miraba que el sol a lo lejos
por las nubes filtrara sus haces de luz
e inflamado en sus rayos sentía en mi pecho
una flor amarilla abriendo sus pétalos.
Tal vez nadie prestaba atención a mi canto
cuando el viento bajaba de la alta colina.
Tal vez nadie sabía que estaba cantando.
Pero escucho en el eco del valle mis versos.
Emilio Ballesteros