A Rosi
Cuando el placer te hizo llorar lamí tus lágrimas.
Sabor a sal. El paladar trajo a mis ansias
remotos ritmos que en el mar las olas marcan
y aquel olor tan mineral de arena y algas.
No quise herir la soledad con las palabras
y me callé sintiendo arder en nuestras almas
hondos silencios que crecían como llamas.
Si te besé fue por tenerte en mis entrañas.
Si te abracé fue por saber dónde acababas,
porque en el borde de mi sed se esfuminaba
cualquier contorno que mis ojos dibujaran.
Mi corazón, preso en tu amor, también lloraba.
Emilio Ballesteros