Un grupo de gorriones irrumpieron a través mi sendero
y cubrieron completamente un arbusto
cuando iba a pie a trabajar —
vestiendo sus plumas manchadas otra vez —
no adivino que mudan nunca jamás —
se pusieron de cambio tan rápidamente, no los conté nunca
—
hablaron, cantaron — y despegaron otra vez —
antes de que pude decifrar
en cuan lenguaje estaban negociando —
cubriendo azul y nubes y sol
y tan visto en ninguna parte como las semillas
antes de me caí en la cuenta que me hubieron visitado.