Hay una mujer em mí casa
que mira yo no sé hacia qué esquina, hacia que mundo
una mujer cuja espalda
la constituye el vientol
el árbol de la noche
como una oración para los casos difíciles.
Hay una mujer
que desconozco
y sin embargo sé que es un pretexto.
Como si soñarla no fuera suficiente
para acabar de comprenderla,
mi alma se remonta a las alturas
como buscando no sé qué colina
no sé que precipicio.
Hay una mujer que me ha desposado
cuando apenas descubrí
que nascí para ser hombre o sueño.
Una mujer de pomarrosos y guáimaros gigantes
una hembra suave y sudorosa
que pasa con un río
musitando leves vientos de nostalgia
para mi mundo verosímil o fantástico
hay una mujer en mis sueños
una mujer que mira yo no sé hacia qué parajes
hacia qué rincones.
Una mujer a quien los árboles, los pájaros
e inclusive las esferas
le hablan a diario
con una vocación maravillosa
y le comunicam los secretos inescrutables
de las piedras y los ríos
Hay una mujer que mira hácia mis mundos subterráneos
Y decanta con sus pechos balsámicos
todas las sombras que me habitan
una muer que sabe todos los misterios de mis noches
la mansa luna atropellada
de mi angustia.