I
El ala
que vierte
en cada nombre
cenizas de la noche
o formas
del cielo
en la piel del sueño
(temblorosa)
La luna
del río
desnuda
de palabras
los ojos
en el agua
asciende
la armonía de un abrazo
sobre el paisaje de amapolas
ella contempla símbolos de fuego fugaz.
Amanece
los labios
del universo
entre el borde
de un vientre azul
son signos
en la rosa
del muelle infinito?
olvidamos
ese rostro
que vuelve pétalo
el otoño?
empequeñecemos
el viento
en las palabras?
el laberinto de una mirada
enmudecida
en los ventanales del recuerdo
ofrece rasgos
de un destino
¿Hacia otra parte?
el principio
con la blancura
más acá de la grieta
del mensaje
¿En el eco?
las olas
de la nada
entreabren
el rocío en sábanas
inmóviles de ausencia
mientras
ella inventa pupilas de un momento
ella une pedazos de un diálogo
ella despide
el ocaso señalado
en la intemperie de su adiós
II
El tramo
hacia la luz
de lo que vuelve
(una tormenta
casi vestida
de soles)
Silencios del humus
fragante:
la aurora
(el detenido hogar)
de los vientos
se mueve
disolviéndose
en la orilla
(los gestos púrpuras mueven piezas en los sueños por soñar
el significado se deshace en la oruga del otoño)
una boca y otra boca
golpean la puerta
de esa voz
III
En la rama de este instante
un árbol
huye
mojado de claridad
y envuelve su fruto
en el viento próximo
(Fugas sin refugio
real
el cosmos de las cosas)
aquello
desprende aguas
como idiomas del río
en la creciente
follaje
terrenal de la nube
en el reflejo contrario
del astro
de un verde
fulgor
en el borde:
(algo
dibuja una llama
no un fuego
de presencias
una llama
casi inocua
de tibieza)
en la órbita de la orilla
escapa un beso
como lo invisible en la mano del espejo
con la curva encendida
detrás
de la corteza ínfima
el centro del lapsus
entró en (silencio)
paisaje dormido de flores que existen más allá
de los ojos
esas formas lejanas llenan el mundo de pájaros
¿Habíamos visto preceder sus alas?
IV
Tú y yo
(una palabra)
clamando
desde un salvaje viento
erosiones
del rostro desvanecido en la pradera
donde duermen
vestiduras
de fuego entre pestañas
sobre el círculo
del agua
cuelga
un hilo
sin dejar rastro
de distancias
y desciende
de mí
tu nombre
huella
al otro borde
camino
entre el oleaje
del eclipse
por la piel
del horizonte
Algo cae
de una gota
un eco
(ramo de penumbra)
la luz
el equilibrio
(no rompe
el espejo)
¿Vamos o
venimos?
una y otra mano
huérfanas de preguntas
lentamente
envuelven el árbol callado
¿Corazón
quedarás aquí
en un súbito
abismo?
donde
mariposas descifran
universos
los próximos
para siempre
en una misma tarde
Rastros de un sol
distante
color
ido
guarda el secreto.
V
Nos roza de quietud
la cándida raíz
del fruto de dos
palabras nacidas
para el silente
jardín?
el capullo
inaudible en el leño
un latido suave y cercano
pariendo rostros como trozos de leteo
un laberinto de jazmines
en la blanca arquitectura del alba
encuentra la tierra
tibia de pasos
(el pájaro quiere ir
un poco más lejos
antes de comenzar)
VI
Magia de un salto
floreciente
en la calma del horizonte
la bruma inicial
es el azul de sí misma
en torno
a ese espejo.
VII
Desconocida
la piedra
que el universo
hace
dejando ser
racimo
(lo tuyo y lo mío)
en el centro
del musgo decible
lumbre o grieta
en la misma verdad
de la mano
que lleva esa piedra
inasible
(Más allá del eclipse
del sol
la huella en el musgo
amalgamada
de sombra
asciende abismos
alados de luz)
VIII
Por la orilla
ella alimenta los niños
sin decir una palabra
en este silencio
ella camina
y tiene en la mano
máculas de anhelo
de tanta turbación
ella hace un mundo
que no miramos
inventa vientos
de pétalos múltiples
bifurcándose
al llegar
al único camino