IX
Por el nombre
de una nada más diáfana que el viento
Hablábamos
del brote de la rosa
del mapa sin ningún norte
del breve sueño contra la pupila
entre murmullos del decir
hasta abandonar lo ido
en el decir
habláblamos
y fue una voz
entre
piedra y piedra
lo que ignoramos.
X
La noche
deja estelas
de asombro
ásperas
como los ojos
del vuelo anclando
en un punto fijo
Escucha:
(un sonido
de la estrella
atrapada en los párpados)
(una forma descubriendo
huecos
en la nube)
tres
pinos mueven sus ramas
y del
instante
un pensamiento
brota
(entre dos paréntesis)
XI
Cuando esa mujer
palpaba el camino
de un misterio
a punto de nacer
escondiste tu rostro
tu voz en aquel árbol
imaginable
(la corteza
en el alba
de los sueños)
(las preciosas pendientes
del eterno viaje en la idea del círculo)
vuelven
XII
En el afueras
de una ventana
adagios de niebla
pueblan los vientos
una eternidad
sembrada
en el hilo de lo dado
detiene
como anclas en el mar vacío
el primer aroma
de la burbuja
ensimismada
donde surgió el relámpago.
XIII
(En este torrente del fuego la costumbre tibia
del sol
amanece con besos de deshielo en tu pecho)
XIV
Sin elegir
el rumbo
en el
nunca
previsto
lugar
retornamos
(el signo
sobre sí mismo)
latente
se abre
el ala
(la paz descansa
en el centro del relámpago)
el destino:
(un lugar intacto
que el aire apenas toca)
hizo el llamado
a tus ojos
hundiéndose
en el bosque.
XV
¿Cae
en el hondo lecho
la lluvia de ayer?
¿Tiembla
en la noche
el deshielo de los cuerpo?
¿Es más palpable
para el enigma
esa respuesta?
XVI
Un eclipse dormido
(Naufragio entre la piel y el sueño)
la húmeda armonía extiende el instante
hacia algún sitio
sin tiempo.