XVII
En el mar
otra noche
trasiega la sed
(llamea)
un brezal fluctuante
del sendero
en los ojos
del mediodía
un sol:
escapa
en sus alas
de mariposa.
XVIII
Irreal
y
real
en el último escalón
la danza de eclipses
en busca del signo
del lenguaje
en las venas
el ahora
el destiempo y la eternidad
éstas Palabras:
Un secreto
en la insistencia del estigma.
Gestos para
el laberinto de oscuro rastro.
¿Dónde estabas?
en punto
la metáfora de mil polos
descubre su esencia.
XIX
Un corazón
evanescente
sostiene la noche.
XX
Efímera
la mágica rosa que
sin hacer gestos
cierra
el otoño increíble
de los labios
en el despertar azul
y suelta
los pájaros
del mudo torrente
habitado
por la infinitud
salvaje
de piedras y peces.
XXI
Los destellos de nieve dan al rostro del silencio su múltiple
existencia
El ala de todo lo dicho vuelve con la primaveral esencia de ese
fruto
La cima de espejos ciegos donde el sol amontona sueños dormita
Un pétalo en el retazo solitario del puente confiará
horizontes.
XXII
Una mujer tira su ropa en mi lecho mientras duermo
la noche y la idea de un refugio
una parte del mundo
el tiempo sujeta el vaivén sin porqué
ahora
la lágrima
y la sonrisa
la lámpara
y el misterio
en una esquina del crepúsculo
todo fluye
y hundimos en el viento
nuestro latido.
XXIII
Aquí
al fondo
una pluma
de nadie
aparece
como una
pregunta lanzada
al abismo
el borde
del enigma se puebla
de pájaros.
XXIV
Ella en un reflejo
abierto en el pétalo
nos rodea
con
la
revolución
de otra ósmosis
más allá
del silencio
callamos
el silente próposito
convierte en piedra
las fugacidades.
XXV
Los arpegios de ese rastro tiemblan y deslumbran
la búsqueda
Incierta la rosa que juega en el pasillo de espejos del verano
con su florescencia
En un libro abierto
sobre los naufragios resplandecientes
del profundo después
Nos tiende una mano en el camino
que borramos
al nacer