Al zapatero Pantaleón, ahora abandonado por todos.
El va por las calles
cargado de penas,
sin temores.
No le averguenzan
sus zapatos rotos.
No le importa que lo vean
en su desamparo.
Recoge del suelo
un periódico viejo:
lectura,
lecho,
sombrero.
Sólo piensa,
piensa
en lo que le falta...
La gente comenta
al verle pasar:
Caminando,
caminando
siempre está.
¿Cuántas cosas conoce?
¿Cuántos rostros ha visto?
¿Cuántos años ya vivió?
¿Tendrá hijos ese feo animal?
El los oye,
en silencio los oye hablar.
Con sus ojos de perro triste
los mira,
calla,
llora,
y prosigue su caminar.