Me llama la piedra,
Meditabunda compañera,
Roedora de caras persas,
Etílica faraona de costumbres,
En otro tiempo,ahorcadas en arcilla.
Me llama la piedra,
Desde la culpa de lo no vivido,
Desde la luna de Europa,
Desde el casi sí hasta el puede que no.
Me llama la piedra,
Con el beneplácito de tu disgusto,
A cien golpes de hierro
En el monte del perdido ideal,
Pues el aire mis alveolos no cubre.
¡Hasta pronto, mi preciada!, ahora, piedra filosofal.
Carlos Couto Díaz