Poco a poco mi ser, despertando en la luz,
despereza sin pudor un sordo grito.
y deslizo mi mano
por la sábana fría
y me agito en la nada de tu oscuro infinito.
Te busco en rincones donde nunca hubo nada
y te encuentro en silencios que ignoraba que estaban...
Mis turbios delirios cuando tú estás ausente
son preludios de espera de otro encuentro como éste...
Como un tango de ayer que ninguno cantó
me desangro entre tu voz y te reclamo
y en las notas silentes
de aquella melodía
poco a poco tu cuerpo va emergiendo en mi mano
y te acercas al ansia que al brotar me estremece
y es delirio mi grito que ha brotado con creces
y mi verbo en tu boca, clamando en el desierto...
florece entre tu pelo para esperarte quieto.
Sin mediación
de tiempo, espacio, edad, decoro,
volvemos a nosotros como fieras cansadas
que alcanzaron su presa
con las garras gastadas...
y la canción,
de la llovizna en mi ventana,
me promete la urgencia que la sangre reclama
de un encuentro cercano
que encenderá la llama.