Mi corazón está esperando
largar la llama
que me incendie todo.
La luz me inunda
y en mi silencio
comprendo mi sentido:
este devenir siempre inquieto,
nunca vano,
que me aturde y me sofoca
y me desborda.
Atrás quedaron
los ecos de mis sombras.
¡Vengo a transformarme!
¡A llenarme de vientos y de arena!
A dar un paseo por mis centros
y a renacer, si puedo,
en nuevos soles.