Estábamos tirados en la cama, aburriéndonos en
penumbras. Elise se tapaba la cara con la almohada. Yo
fumaba en silencio, observando la braza del cigarrillo
mientras repetía mentalmente "dile adiós a una noche
como esta", de Smith. Rancio y egoísta como un perro
enfermo. Despreciando el sexo como un animal de dios.
Aspiré profundamente el humo del cigarrillo, mientras
le decía, escudado cobardemente en la penumbra
"cualquier cosa que me des me parecerá insuficiente".
Luego el silencio mezclándose con el humo y la larga
noche. Elise se incorporó. Los ojos rojos, hinchados.
Mirando un punto fijo de la negra noche me dijo "no
trates de utilizarme, ni de rechazarme astutamente.
Conquístame o piérdeme. Para eso sirve la oscuridad".
La almohada había caído al piso.
Nelson Díaz
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