a Pablo de Rokha
Me sobra un muerto, me sobra
me sobra un muerto y no soy yo, quién es
y viene de la levadura y de los precipicios
me sobra un muerto
un muerto martillándome la piel
me sobra un muerto y no soy yo
porque estoy vivo y lo presiento
lo respiro, y cae de la manga de otro muerto
y cae y cruza mi camisa, y da la vuelta
y sigue y sigue en mi esqueleto, un muerto
un muerto en mi esqueleto, instalado de por vida
un muerto me sobra y no soy yo
y llora y grita y ríe con su carcajada demoniaca
un muerto, un muerto sagrado
un muerto en el gemido del espanto
un muerto derramado en mi garganta y en mi sed
con su ceniza de elefante
en el vinagre, en el aliño de los años
un muerto rodeando los cristales
en las babas, en el pus, en los gusanos malolientes
defecando un muerto sus palabras
o en la suma de las voluntades o en ninguna
o en la roca de las rocas, trapicado el invencible
el muerto agujereado por los otros
inmutable en el zarpazo, en la estocada del olvido
me sobra, me sobra un muerto y no soy yo
porque patea y raspa
engulle con su dentadura cavernaria
hasta rozar por fin la sal del universo