Con suma indignación se quejaba un conocido poeta valenciano
de la, según él, torcida y artera interpretación que
había hecho Fredo Arias de la Canal, psicoanalista español
radicado en México, de un poema suyo, concluyendo aquél que
lo que el poeta presentaba metafóricamente en su poema, era una
transfiguración de su naturaleza homosexual. Y uno se pregunta en
qué medida estamos libres, los poetas, de caer en el campo de análisis
freudiano de Fredo Arias, y que su diagnóstico nos tilde de psicópatas,
paranoicos, homosexuales, o, en el mejor de los casos, lunáticos.
Hace ya bastante tiempo que se ha propuesto Fredo Arias de la Canal
la tarea de desacralizar la poesía. Uno se pregunta si es ello necesario,
habida cuenta del uso exagerado por parte de los críticos literarios
y los académicos de los utensilios conceptuales que nos legaron
Freud y sus epígonos. Por citar un ejemplo: hace un par de semestres
estuvo de visita en nuestras aulas un colega de una universidad italiana,
el cual analizó un poema de García Lorca únicamente
en función de la simbología relativa al falo supuestamente
contenida en el poema, y que se constituía, según el académico,
en el quid del asunto: el poeta como homosexual.
Muy legítimo, claro está. Pero es como para abominar
de la imagen sublime que se nos inculcó de la poesía como
quintaesencia de la belleza, y reconocer que nos las habemos, antes más
bien, con una emanación de imágenes provenientes de lo más
sórdido del ser humano. ¿Es efectivamente así?
Hay que reconocer, de partida, que el asedio a que somete Arias de
la Canal a la poesía y los poetas, permite y exige el replanteamiento
de la poesía como fenómeno social, como depurado producto
de una actividad milenaria, desarrollada por los miembros más preclaros
de la sociedad, por medio de la cual ésta da cuenta de su estado
de desarrollo espiritual... Porque, por mucho que haya perdido la poesía
parte de su prestigio y su reputación social (somos los herederos
de chamanes, arúspices y sacerdotes, dice Neruda en alguna parte),
a causa, en parte, de la aplicación indiscriminada de las tesis
freudianas-jungianas a la literatura y el arte, no se le ha podido, con
todo, desarraigar de la conciencia colectiva como la portadora del ajuar
linguístico de nuestros mayores que hace posible la transmisión
de los valores estéticos de nuestra lengua. Sin la poesía,
nuestro idioma estaría condenado a la degradación, situación
que acontece, por desgracia, allí donde la poesía no es cultivada
con la debida atención.
La problemática de Arias de la Canal gira en torno a las fuentes
de la poesía y el significado de ésta. Para explicarla, acude
primero a la tesis tradicional concebida por Platón, que considera
al poeta cuasi un instrumento de la divinidad, por cuya boca hablan los
númenes en momentos de posesión“ o de trance. Planteamiento
que han hecho suyo sucesivas generaciones de estetas y poetas, como Shelley,
Goethe y otros, y expuesta amplia y claramente por Vicente Aleixandre
en el prólogo a la segunda edición de La Destrucción
o el Amor: "El poeta está lleno de sabiduría“, pero no
puede envanecerse, porque quizá no es suya: una fuerza incognoscible,
un espíritu habla por su boca".
La tesis de Arias de la Canal es que la fuente de la poesía
no está ni en la divinidad ni en el misterio, sino en el universo
arquetípico de la humanidad, que Carl Gustav Jung acuñó
en el lenguaje psicoanalítico bajo el concepto de inconsciente colectivo“.
Éste estaría referido a la herencia de imágenes que
la humanidad arrastra consigo, y que se plasman en imágenes prístinas,
o arquetípicas. Éstas, a su vez, configuran un lenguaje,
en manos del poeta, con el cual da forma éste a la poesía:
el protoidioma.
El protoidioma no es un idioma en sí, como lo son el habla o
la lengua, sino un amplio cúmulo de imágenes o símbolos
que afloran desde el inconsciente en los momentos de posesión“ del
poeta, y se introducen en el poema confiriéndole a éste lo
que tiene de misterioso. Lo misterioso, lo sublime de la poesía
sería la dosis de imágenes del inconsciente del poeta, vinculado
al inconsciente colectivo, mezclado armónicamente con el lenguaje
común, y con el poético.
Lo distintivo del poeta radica, pues, en su enlace peculiar con el
protoidioma. Pero aquello que determina su calidad de poeta y su acceso
al protoidioma es la relación que ha tenido con su madre en la época
de lactancia, edad desde la cual arranca el acopio de imágenes arquetípicas
que luego hallarán su expresión en el poema. Es aquí
donde radica la peculiaridad de las tesis de Arias de la Canal. Supone,
el psicoanalista, (él insiste en que lo ha demostrado con cientos
de ejemplos evidentes“) que los poetas, por lo menos los importantes,
han estado sometidos más que los demás mortales al trauma
oral del recién nacido“, que estriba en la alucinación visual
resultante de un estado de inanición durante la época de
lactancia en el que surgen los arquetipos cósmicos (sol, estrella,
luna) que simbolizan el pecho materno“ .
Hemos de suponer que el infante, amenazado de inanición, se
aferra al pezón ma-terno, que lo penetra“, y debido a lo decisivo
y vital que resulta para él, se hace adicto“, queda dependiente
del pecho de la madre, hasta tal punto que el pezón se constituye
para el bebé en un ente maligno“: en su subconsciente se graba el
temor erotizado de ser penetrado-pinchado por el pezón maligno“,
formándole una imagen materna espantosa“, como podemos apreciar
en el canto XXI del Inferno, de Dante, y en muchos ejemplos más.
Ese temor erotizado“ lo asociará posteriormente el infante con
envenenamiento“, y de allí a la fase anal“ freudiana, no hay más
que un paso. Y si quedara alguna duda del sentido que le da Arias de la
Canal a la relación bebé-pezón, la siguiente cita
se encarga de disiparla: Si aceptamos la génesis oral traumática
de la visión mitraica comprenderemos por qué Jung la
llamó fálica. La relación pezón-pene
es evidente“
Un ejemplo claro de emanación del arquetipo pezón-punción/penetración
cree hallarlo Arias de la Canal en el soneto a Cavalieri, de Miguel Ángel,
donde el poeta asocia el arquetipo de la punción con el recuerdo
oral traumático:
Más claramente, si se quiere, parece ser, según la interpretación del psicoanalista, la alusión al pezón-falo en la Elegía I de Fernando de Herrera, el cual estaba adaptado a la idea de ser penetrado por un pezón envenenante al haber convertido dicho temor en un placer inconsciente“. El fragmento de la Elegía en cuestión, reza:Si el casto amor, si la bondad sobrepujante,
si dos amores comparten una misma fortuna,
el duro sino del uno será inquietud del otro,
dos pechos guiados por un solo espíritu y deseo.Y si dos cuerpos tienen una sola alma que eterna
crece y como alas semejantes a ambos iza al Cielo,
si el golpe y dorado dardo del amor puede quemar
y separar las dos partes vitales de dos pechos...
Y para más redundancia nos presenta Arias de la Canal un soneto de Boscán a Garcilaso, donde el primero se lamenta de que Garcilaso, al morir, no lo haya llevado tras él“:Ponedme, no en horror de duro frío,
mas donde a la abrasada África enciende
el cálido vapor del seco estío;
y allí veréis que al corazón no ofende
su fuerza toda; que el sutil veneno
que de vos lo penetra lo defiende“ .
Dime: ¿por qué tras ti no me llevaste?
A partir de éste y muchos otros ejemplos, cree Arias de la Canal
poder inferir la relación homosexual de Miguel Ángel y Cavalieri,
así como la de Garcilaso y Boscán“ - Ninguno de los
grandes escapa al ojo avizor e implacable del psicoanalista. Tanto en las
numerosas antologías y estudios que Arias de la Canal dedica, sea
a poetas singulares, o a los más conspicuos de un colectivo, como
también en su publicación periódica Norte, vuelve
el psicoanalista sobre el tema del protoidioma, la locura y los arquetipos
cósmicos, deteniéndose, es cierto, en ciertas ocasiones en
el análisis de poemas individuales bajo la óptica de sus
postulados. Las más de las veces, sin embargo, le basta con consignar
la supuesta referencia al pezón-falo, o al ojo-luz-alucinación-lunático,
por medio de la grafía en mayúsculas y en negritas de los
vocablos o conceptos que aludirían al trauma oral“, dando por descontado
que el lector realizará la asociación necesaria.
Procedimiento sumamente arbitrario e insuficiente, puesto que: a) el
concepto en cuestión se halla dentro de un contexto discursivo específico
y congruente con el sentido que el poeta quiere darle a su poema, desde
donde Arias de la Canal lo saca para hacerle hablar otro idioma; b) no
le da la oportunidad de defenderse al poeta, ya que, o bien éste
está ya muerto, o no lo consulta antes de citarlo.
Pero por sobre todo es sumamente molesto para los poetas el saber que
hay un psicoanalista que anda a la caza del protoidioma“ y de arquetipos“
en la poesía, de tal vez inocentes imágenes y conceptos a
los cuales creía el poeta haber dado una cierta dirección,
y he aquí que Arias de la Canal le muestra la triste realidad: o
bien eres un lunático, un psicópata, un neurótico
o un homosexual. Lo cual significa que las tesis del autor, de ser tomadas
en serio, introducen una cantidad de prejuicios en el poeta, especialmente
en los más jóvenes, sin criterio formado sobre su propia
poesía, que lo inhiben de mostrar abiertamente su mundo onírico
o de símbolos a la hora de escribir, ante el temor, tal vez,
de delatarse“.
Los que peor la tienen son, al parecer, los lunáticos, porque
el día que expliqué el símbolo de la luna y su causa
oral“, dice el psicoanalista, se dio un paso enorme para comprender la
locura humana“ . Y que no se le ocurra a algún poeta usar los conceptos
de pecho, seno, luz, porque puede correr la suerte de Antonio Ramírez
Fernández, poeta andaluz de cuya vida, por desgracia, no tengo
mayores antecedentes, (Arias de la canal tampoco los da) que al expresar
en su poema Interminable Interior:
lo cual le da pauta a Arias de la Canal para diagnosticar que, según ese poema,“Ramírez Fernández experimenta un estado de locura y tuvo la suerte de regresar a la realidad para contarla“ .Fui de las noches enormes la palabra invidente
que dejaste anunciada en el duro DESIERTO;
fui tanto sufrimiento, abandonado,
tanto tiempo yerto,
que ya la LUZ ME NEGÓ TU SENO, me negó, fui
CIEGO indigente“