EN NOCHE DE LUNA LLENA

Todo comenzó una noche de luna llena. A partir de ese momento, con la llegada de cada plenilunio las escenas se repetían en todo su horror ancestral. El aumento de los aullidos, los rastros de sangre en la nieve, las noticias de avistamientos corriendo como fuego... Era evidente, el antiguo enemigo volvía a las andadas. Cuesta trabajo creer en lo que no se ha visto. En ocasiones, la simple visión de los insondables enigmas de la naturaleza no basta para desarraigar la creencia de que son frutos de la superstición. Pero esta vez el intruso se había cobrado demasiadas víctimas.

El consejo de ancianos se reunió para tomar una determinación: Era cuestión de creer o no en lo inevitable. Al final del ciclo astral, justo antes del advenimiento de la luna llena, habían decidido tomar las necesarias precauciones, evitar a toda costa la muerte de la ya mermada población. Pero, para ello, era imprescindible convencer a los demás del peligro que los acechaba a cada salida de sus hogares. La voz corrió de hocico en hocico de los miembros de la tribu de licántropos:

Hay hombres en el bosque, y son reales.

Marié Rojas

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