La función o transformación de los poetas
La flor amarga que es figura esbelta
Está pariendo a su hijo el esperpento
Aquel que erigirá en el propio llanto
La flor que será la materia muerta
De Las flores negras
¿Existe algún papel para los poetas en la actualidad? Me refiero, no a la acción de escribir y exponer un mundo íntimo en la hoja en blanco o en el ordenador vacío, sino al papel de cambiar y ordenar la realidad, la nueva realidad, la posible realidad. La que indefectiblemente nos sumerge o conduce a la reducción de recursos necesarios para sostener la vida (todas las variantes posibles de las plantas) como la conocemos y concebimos: nuestra vida. O, en paralelo, para sostener el equilibrio vital (el ciclo de interrelaciones), se encarga, la naturaleza sabia tiene que extinguir alguna forma viva (especie cuyos recursos carecen de espacio, de espaciotiempo) para que radicalmente no se extingan cuatro o dos o tres. La misma realidad (realidad = naturaleza) que asume el rol de transformar los organismos (evolución = adaptación = mutación) para los nuevos ambientes (biotopos) más hostiles, más inhóspitos para las otras especies no partícipes de la transformación; a veces radical (una gran explosión) o a mejor cuantía y adaptabilidad, proceso paulatino y lacerado (deseo o función eutanasia). Pero, claro, es algo que no es nuevo sino que viene copulado a nosotros desde la primera vez que un hombre definió o remarcó el espacio o territorio que podía habitar, tal o, esa especie. El principio de los, aparentemente, inofensivos corrales. Corral para las vacas, las ovejas, corral para los cerdos... corral, reserva natural o parques ecológicos, corral o prisión para los criminales, corral u hoguera para los herejes; corral, bloqueo económico o exilio para los opositores; corral, medios de comunicación (paneles, revistas, periódicos, radio, televisión, teléfono, internet...) o bombardeo constante de estupidez mecanicoreflejo o reflejomecánico (condicionamiento = necesidad repetida y asumida verdadera). Entonces, ¿cuál es la función de los poetas? ¿Asumir lo inevitable y proseguir la senda de los microprocesadores, de las ingentes metrópolis automatizadas, del futuro y ya deducido mundo que prosigue: biotopos = biorobots (ínfimos, pequeños, grandes, ingentes naves estelares donde se vivirá y vivirán las futuras sociedades), humanoides (entes, cosas que asumirán funciones de preparación y reparación de los contextos o mundos donde está o irá el nuevo hombre...) Es que está todo evidente: la manera como en estado y estatus desesperado se consumen y crean los nuevos medios y formas de alimentación. Sólo haciendo una analogía de primaria se puede comprender qué va a suceder cuando el planeta azul esté como China o India; pienso que así como ellos, desesperados, por que lo están, sino porqué tan barato la mano de obra, y su producción en sí (a pesar de la calidad). La deducción de esto es que el hombre, por algo, está realizando investigaciones en otros planetas. Claro, no es secreto que en un futuro, no tan lejano, únicamente podrán gobernar aquellos que controlen los medios vitales (agua, vegetales, animales, energía solar o semejante en celdas de retroalimentación...), los agentes naturales que permiten la vida y a su vez son los que más peligro corren de contaminarse, de volverse simple y ordinaria tierra (estéril = muerta). Esta es la razón por la cual empresas del mundo entero están en la pugna por lo último en tecnología genética (sincrónica y diacrónica). Acelerar el proceso de producción (un crecimiento óptimo en el menor tiempo posible) y mejorar la calidad del producto (hacerlo inmune a los agentes patológicos y abarcar lo más posible en volumen y beneficio). Es que las poblaciones así lo exigen; parece ser que, a pesar de todo (guerras, epidemias y catástrofes naturales), más son los que nacen que los que mueren. Sino cómo nos explicamos el, monstruo, total de la población mundial (en algunos lugares más densa que en otros). Así tenemos cebollas y papas que superan el kilogramo, manzanas y plátanos que ya no se malogran, lana y algodón de color rojo o verde (naturales o, mejor dicho, modificados)... Aves que crecen en 45, 30, veinte días solamente (dos kilogramos y a la mesa y al estómago y a la sangre y al ciclo alterado); y se está investigando para que este espaciotiempo, todavía extenso, se reduzca a su mínima expresión. No me extrañaría que en un tiempo, no previsto, se conciban aves en un instante (como si atravesaran puertas, en el tiempo, de su normal desarrollo y estabilidad). Todo por propulsión genética (los motores del presentefuturo). Pero no es todo y solamente la necesidad de alimentar más rápido sino que está la, un poco olvidada y vital, necesidad (implícita) de poder morir más rápido. Por supuesto, es lo más lógico; un ente viviente al que se le altera su ciclo vital (natural) de desarrollo óptimo, también se le modifica su ciclo de muerte óptima. ¿Qué arrastrará esto? Ya lo sabremos, o ya lo sabrán los especialistas en alteración y aliteración genética (si es que no lo saben ya, los filosofobiólogos o biofilósofos). Yo, puedo proponer, que un ciclo de óptimo desarrollo, implica, un consumo de una cadena de desarrollos, también, óptimos (aclarando que, en realidad, con el matematismo de la genética nunca se sabe). Pero, qué pasa con un consumo de una cadena alterada (crecimiento forzado y raudo), acaso, no será posible, también, asumir en la cadena más grande (el que aproveche ese alimento) una alteración irreversible en su óptimo desarrollo; algo así como que, paulatinamente, su aprovechamiento y crecimiento, también, sean más rápidos y así una vida más corta. Lo que estaría, directamente, afectándonos a nivel genético y masivamente, desapercibido, hasta que será tarde. Es, singularmente, una hipótesis que puedo elaborar de tan gigantesco y muy complejo mundo. Al mismo nivel y con igual particularidad, me pregunto y cavilo sobre este mundo enigmático de las computadotas y el internet (universointernet); siempre me sorprende la posibilidad de almacenar y trasladar tanta información junta de un lugar a otro (a veces me parece infinita). Pero pienso y veo que no es cierto, sino que todo radica en la contrariedad, paradoja, de que (un posible), en un instante la capacidad binaria del símbolo se pierda o simplemente cambie por sí misma (en el lenguaje de las computadoras) a otro código; a una especie de lenguaje, todavía, no viable de interpretar. Para ser directos, la posibilidad de esta red cerrada o cíclica de conjugar un virus de tal manera que ningún programa de traducción funcionara. ¿Qué sería del hombre moderno? Sólo de pensar me causa pánico, ya que, si bien, yo no soy o no sería el afectado directamente, sí lo sería en vía indirecta; ya que estoy tan acostumbrado como cualquier hombre moderno. Aunque hay algo que me salva o nos salva; ese callado, fiel y verdadera puerta de lo infinito que es el libro. Sí, el libro que se vuelve joya cuando las explosiones llegan y expanden su poder electromagnético. El libro en todas sus posibilidades y formas: el libro conjugado en un papiro o pared egipcia, el libro depositado en tocapus o quipus incas, el libro o semiótica de los tatuajes o simple y hermoso libro de la Biblioteca del Congreso de Washington. Aunque en la realidad, o modo de vida diaria, en el año 2005 todos, o casi todos, consumimos alimentos modificados genéticamente en vías directas (por los genes) o indirectas (por los agentes que se usan para cultivarlos). Además, todo esto surgió de una de tantas charlas con mi hermano, quien propone: El asunto de las guerras, no obstante parezca descabellado, es algo que tiene que ver con la naturaleza. Sí, me refiero a que la sabia, madre, naturaleza crea estas guerras para controlar la población mundial; y no como dicen por ahí, para vender armas y aniquilar al enemigo. Bueno, cierro así por que éste es un artículo poético, aunque desborden los límites absurdos o no tanto; esto, creo, más discutible que todo lo anterior, ya que se opondría a pensadores tan geniales como Schopenhauer o Nietzsche, a ya saber, esto es para otro artículo. (Publicado en Agulha de Brasil y en otras revistas, va para una segunta parte...)
Una reflexión para una vida
Hay diversas maneras de construir u ocupar una vida. Por ejemplo, de no estar erigiendo poemas, tal vez, estaría arreglando jardines (ingeniero civil, ambiental), de payaso (pintor, escultor o arquitecto, y por extensión bailarín), alegrando a los niños para que algún día puedan volar con sus alas, de chofer (ingeniero mecánico, hidráulico, aeroespacial), transportando a los hombres que sostienen el mundo, de espía (periodista, filósofo) que repara una cuestión de libertad, de barrendero (geólogo, médico, biólogo, astrónomo), limpiando las calles para que alguien visite la casa, o de abogado (sociólogo, filólogo, arqueólogo) que defiende a las sociedades, pueblos, atisbos o culturas de orden, de algo.
¿Qué será? Tal vez nada es absolutamente necesario o todo lo es. En lo que creemos, en lo que creamos, en lo que crearemos, y en lo que creímos: todo, en nuestros universos cíclicos, paralelos, copulados, anastomosados, lineales y terroríficamente ambiguos o paradójicos Es que suelen ser nuestros propios símbolos los que nos atacan, una y otra vez, desde una posibilidad infinita u olvidada. Recuerdo un poema de Charles Baudelaire, donde se podría plantear infinitas posibilidades con, al parecer, finitos símbolos: El albatros (A menudo, por divertirse, los marineros/ cogen albatros, grandes pájaros de los mares,/ que siguen, como indolentes compañeros de ruta,/ al navío que se desliza por los amargos abismos./ Apenas los han colocado en cubierta,/ estos reyes del cielo, torpes y avergonzados,/ dejan tristemente sus grandes alas blancas/ colgando como remos en sus costados./ ¡Este alado viajero que torpe y débil es!/ ¡Hace poco tan bello, qué cómico y qué feo!/ Uno le provoca golpeándole con una pipa en el pico,/ otro imita, cojeando, al desgraciado que volaba./ El Poeta es igual al príncipe de las nubes/ que vence la tempestad y se ríe del arquero;/ desterrado en la tierra en medio de abucheos,/ sus alas de gigante le impiden caminar.) Donde se puede ver que el hombre (el albatros = el poeta = los marineros = el navío = los abismos) depende, que los hombres dependen, de la misma cosa: el universo que conocen, que entienden y manejan. No así, el que desconocen, el que no entienden, del que se mofan... De aquel que para hacerse, verse y conocerse, tiene que pasar un ciclo (proceso o estudio, y asimilación). Pero esto, quizás, es algo que Baudelaire no pensó, sino que literalmente como un artista, como un poeta, se vio ajeno a la circunstancia, el ámbito en el cual le tocó vivir. El reflejo desde un espejo negativo (antónimo) a sí mismo, el poeta que se sentía un gigante y por lo mismo (en una sociedad tácitamente conservadora), torpe, avergonzado e inútil (lo que conlleva débil). Es así que nuestros símbolos nos preceden: haciendo del acto un puro sesgo o capricho pasajero. Y es que la vida no es eso que nos dicen: caminos ya hechos para seguir, sino que son los caminos para hacer, para entender y sostener. Ya lo ha dicho Antonio Machado en Campos de Castilla (Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar./ Al andar se hace camino,/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar./ Caminante, no hay camino,/ sino estelas en la mar.) Además, tenemos la muestra del gran camino que habla en Los Andes o el canto escarpado de Pablo Neruda en Canto General (Entonces en la escala de la tierra he subido/ entre la atroz maraña de las selvas perdidas/ hasta ti, Machu Picchu./ Alta ciudad de piedras escalares,/ por fin morada del que lo terrestre/ no escondió en las dormidas vestiduras./ En ti como dos líneas paralelas,/ la cuna del relámpago y del hombre/ se mecían en un viento de espinas./ Madre de piedra, espuma de los cóndores./ Alto arrecife de la aurora humana.) La maravilla que es entender para apreciar, apreciar para poder entender lo colosal; una predicción antes de la Segunda Guerra Mundial, y en plena o secuela de la Primera, a la ya indefectible contaminación que todavía azotará a los siglos, en un poema, vertido (la aventura de seguir erosionando sin medida) de César Vallejo en Los heraldos negros (Dios mío, y esta noche sorda, oscura,/ ya no podrás jugar, porque la Tierra/ es un dado roído y ya redondo/ a fuerza de rodar a la aventura,/ que no puede parar sino en un hueco,/ en el hueco de inmensa sepultura.) La cuestión es que si a algo se dedica una vida, es porque ese algo define proyección y reflejo presente o futuro, pasado para presente o futuros para pasados. Entonces no habrá alguien o algo capaz de corromper la delicada y tortuosa manera de vivir, para ser y hacer maravillas con ella. La vida, como la mujer para mi caso, nos juega "una suerte del suertero", si vamos a ser es porque hay material y si no vamos a ser es porque ¡hay que apoyar! La vida siempre nos proyectará, aun si hablamos de ritmos solamente, realidades o sueños, el asunto es que ella siempre nos presenta. Para que se entienda, hablaré de mi caso. Después de un proceso largo, de cíclica e intrincada educación, llegué a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en ella apoyé mi todavía oscura u opaca vida (entre acierto y error); el hecho es que me enamoré de una delicada mujer. Hasta ahí, nada de poesía en mi vida, sólo fogonazos o lecturas de orden, pero nada de apoyo real y capacidad ejemplar sino que banal. Fue en aquel momento cuando todo se fracturó así como el hueso del amor, clavícula, por mí se precipitó una explosión o la Gran Explosión (Big Bang) de mi vida. Me descubrí extraño, díscolo, hombre de capa invisible pero de destrucción... Luego una implosión para no finiquitar a los míos o precisamente a mí. Me refugié en los libros y leí lo que había que leer para despertar lo que hago ahora, lo que ocupa mi vida, lo que trato de construir y lo que ya soy: una flor negra (como destructor u opresor) o Las flores negras (La flor amarga que es figura esbelta/ Está pariendo a su hijo el esperpento/ Aquel que erigirá en el propio llanto/ La flor que será la materia muerta/ En el viaje infinito que es la vida/ De ave negra hacia su agujero blanco/ Que está suspendido al viajero manco/ El creador de flores y de vida/ Protector de los valles siderales/ El juez de las estaciones. Naciente/ Invierno que eres padre de las flores/ Las muertas en el pecho crepitante/ Del juntador de naves y de piedras/ Aquel que será madre de las hidras). Pero, el asunto no es rotura de amor sino mas bien "Encrucijada de vida" que algún otro inventó. Entonces, no es que la poesía o la literatura la haya estudiado o leído, para poder escribir (o decir), sino que ella ya dormía, desde siempre, en mí; y como una simple antropología o cataclismo de observación: me reconocí. En la poesía que riega las tierras que alimentan a sus hijos, que construye las naves que cobijarán (salvarán) a sus hijos... Para decir: siempre te veré como Te veo poesía (Te veo bañada/ En estas mis hojas/ Color de la vida/ Te veo resuelta/ En estos tus pasos/ Delicados poemas/ Color de las flores/ Perdidas/ En el viejo sendero/ Caminando/ Contemplando absorto el río/ Como viajera pura/ Apegada/ A esta bañada de flores ladera/ Color de la vida/ Te veo perdida/ En estas laderas/ Bañadas por la lluvia negativa/ Aquella que en vez de caer/ Sube parriba/ Como suben tus pasos luchando/ A favor de la vida/ Te veo dolida/ En estos mis versos/ Color de la vida/ Color/ De esa herida/ Que yace/ Pegada/ A tu muslo/ Como una sonrisa/ Que sangra/ Cuando no es amada.) Casualidades o no, en la vida de algo o de alguien, ella siempre me muestra el camino a seguir. Y para confirmar y agradecer a los hombres que corren conmigo o por dentro de mí, catedráticos arquetipos, maestros y amigos, poetas, pintores, músicos que tengo la suerte de conocer: a Wáshington Delgado, Enrique Verástegui, Martha Izarra, José Watanabe, Marco Martos, Juan Cristóbal, Gerardo Chávez, Eduardo Cervantes, Rubén Valenzuela Alejo, Pedro Uceda Martínez, Adrián Valderrama Lara y Mariano Palacios López. Para finalizar... Yo no sé si les gustó, si les gusta o si mañana les gustará la poesía que vertida se encuentra aquí, pero me arriesgo, como arriesgan los que, todos los días, salvan a algún hombre-igual sumergido en el fuego, desbarrancado de casualidad a la luna, baleado por secretos de bancos, ensimismado de bebidas con veneno para ratas o atropellado por robots que circundan a Dionisos. En todo caso: la palabra siempre será mi juguete, así como El juguete que es la palabra (La palabra juega/ Para sí misma/ Como juegan/ En sus juegos/ Las bestias sin palabras/ En la ruta del pájaro/ Que siempre es él/ Como pájaro ajeno a la palabra/ Entonces la palabra/ Se revuelca de memoria/ Como se revuelcan los que acaban/ Olvidando las palabras/ En el poema del viejo cantor/ El eternamente joven/ -Que ya parece despistado-/ En la imprecación/ Se transforma/ Un llamado sencillo/ Que no perdona el olvido/ Que no ahoga las lágrimas/ En una despedida sorda y ciega/ Ya para entonces Muda/ Como la misma palabra/ La que se aleja/ De la bestia/ De su juego/ Del miedo de ser/ Olvidada/ Ella misma se inventa en la guerra/ Ella misma es el invento que juega/ Tan vieja/ Como la misma palabra -palabra-/ Como la misma guerra -guerra-/ Como el mismo hombre -hombre-/ Como la misma bestia -bestia-/ Y los niños también juegan/ -Los niños juegan a la guerra-/ Con sus juguetes/ Petálicos, fálicos.../ De hombres/ Hacen la guerra/ Donde juegan/ Con sus juguetes/ Metálicos, matálicos../ Y donde la guerra fue juego/ Ahora ya es el juguete/ Del niño viejo/ Aquel que quiere inventar la última palabra/ Fin.
Salomón Valderrama Cruz